viernes, 19 de octubre de 2007

Lo piensa, lo dice, lo hace.

Una cosa que siempre me ha generado una sensación extraña, es cuando escucho/leo la frase "por lo menos no es hipócrita" relacionada a una persona que ha expresado una opinión controversial, generalmente fuera de los parámetros aceptados en la sociedad en que vivo.
"Yo me paso las minitas una tras otra y a todas les digo que lo nuestro fue sólo piel" dice el canchero vividor. Bueno, por lo menos no es hipócrita.
"Yo no pago ningún impuesto, eso es para los giles", nos cuenta el empresario de medio pelo. Bueno, por lo menos no es hipócrita.
Presidente M·n·m, las cosas que hizo en su gobierno, nada tienen que ver con lo que prometió en campaña. "Lo que pasa, es que si lo decía en campaña, nadie me votaba", nos anoticia el simpático riojano. Bueno, por lo menos no es hipócrita.
¿Como funciona esto? El vividor, el ladrón y el mentiroso ¿lo son menos si le descontamos su no-hipocresía?
El que admite sus tropelías, no como acto de arrepentimiento, sino como reafirmación de su accionar, ¿es menos culpable que el que lo hace callando?
A mi entender, no. Por el contrario, creo que agrava su maldad, porque cada uno de nosotros, es ejemplo para el resto de la sociedad. Y si además de hacer las tropelías, las divulgan (repito, no con arrepentimiento) estan favoreciendo a que otros los imiten.