lunes, 29 de octubre de 2007

Elecciones

Ummm.
Ummm, pienso nuevamente -soy muy dado a pensar interjecciones- mientras miro para atrás, porque hace tiempo que me parece que me están siguiendo.
-Las elecciones fueron tranquilas, sin grandes denuncias de fraude ni manifestaciones victoriosas coreografiadas por Leni Riefenstahl. Parece que nos acercamos a ser Suiza, me dice un hombrecito sentado en mi muslo derecho.
-Já. La tranquilidad del cementerio. Cada vez vota menos gente. El desencanto de la población es evidente, me dice otro hombrecito, sentado en mi muslo izquierdo.
-En Estados Unidos, el voto no es obligatorio, se vota un martes, y eso no les ha impedido ser la primera potencia mundial, me susurra el primero luego de hacer una pequeña introducción, silbando "God bless America".
-Si, -contestó el segundo, mientras daba al última chupada a la bombilla-, pero allá el presidente no tiene tanta ingerencia como acá en la vida de las personas. Es decir, allá no lo vas a ver a Bush reunido con los alcaldes (intendentes, me aclaró rápidamente) diciéndoles que si quieren plata para las cloacas ( y que no los tape la shit) le tienen que organizar un flor de acto a la esposa. Allá, que el presidente sea republicano o demócrata, altera muy poco la vida del habitante promedio. Aquí, la voluntad del primer mandatario puede hacer que las empresas se privaticen o estaticen. Que el dólar suba o baje. Y que pases de pobre a clase media, con sólo modificarte un índice del INDEC.
Bueno, en definitiva, cual es la conclusión con estas elecciones: ¿mejoramos o empeoramos?.
Silencio. Miré alternativamente a mis dos muslos, y los hombrecitos ya no estaban. De repente escuché un ruido a mi espalda. Me di vuelta rápido, pero -nuevamente- nadie.
No sé. A mí me parece que me están siguiendo...