martes, 15 de julio de 2008

Dias de Gato

Dice Des. Maru: "En Corea del Sur, según la Administración de Alimentos y Medicinas, unas 100.000 toneladas de carne de perro eran vendidas anualmente para producir sopas en más de 6.000 restaurantes y elaborar tónicos revitalizadores y aumentadores de la potencia sexual masculina. Era el cuarto tipo de carne más vendido y la demanda crecía en la época de altas temperaturas (mediados de julio y primer quincena de agosto); debido a esto -y curiosamente rozando la forma de llamar a los días de frío y lluvia en occidente-, este período era conocido popularmente como los Días de Perro".
En la República Argentina, (está en Sud América. Para los que no conocen bien esta zona, podrán localizarla un poquito más abajo de Brasil. Ambos países comparten su capital, Río de Janeiro) existe una ciudad con un nombre muy gracioso -"Rosario"-.
Además de ser cuna de hombres ilustres en el campo de las artes y la política, esta simpática población ha desarrollado un par de mitos que se encargan de divulgar a propios y extraños: dicen (y con una seriedad desconcertante), que son la segunda ciudad del país, y que su fútbol está a nivel de los mejores equipos del campeonato.
Esto, además de arrancarnos una sonrisa cómplice y condescendiente, nos hace pensar lo fértil que suele ser la imaginación humana, avanzando más allá de lo que la realidad nos pinta en blanco y negro.
Pero el tema más importante que nos ocupa ahora, es una extraña tradición desarrollada por los habitantes de ciertas zonas de la ciudad.
Consiste en elaborar ricos y nutritivos platos a partir de un felino -el felis silvestris catus- llamado por los lugareños simplemente "gato".
Con ellos hacen guisos, asados, y todo tipo de preparaciones, algunas de cuales envasan y venden en todo el país, con el nombre de fantasía "Escabeche de Liebre".
En definitiva, en mayo de cada año se realizan las tradicionales festividades (que llegaron a conocimiento del gran público gracias a una campaña de prensa desarrollada en 1996) consistentes en atrapar "gatos" y consumirlos en forma comunitaria. Esta época es conocida como "Días de Gato".

viernes, 11 de julio de 2008

Francisco del Puerto

Dice Tiburina: "El primer intérprete blanco en el Río de La Plata fue Francisco del Puerto, grumete de Juan Díaz de Solís. Tras sobrevivir al desembarco y muerte del navegante en lo que hoy son tierras uruguayas, vivió diez años con los aborígenes y aprendió su lengua. Cuando el navegante Sebastián Gaboto llegó a las costas del Plata Francisco se incorporó a su arada y le sirvió de "lengua" o "faraúte" como entonces los llamaban".
Acota Podeti: "La verdad es que me pareció raro que el tipo era grumete, trabajaba en el tema de la navegación, los barquitos y justo justo, ¿cómo se llama? ¡Francisco del Puerto! Mmmmmmmmmmmmm. Turbio. Sospechoso".
Bueno, que Francisco se apellidara "del Puerto", no es inusitado, habida cuenta que en la época, muchas personas recibían apellidos según su lugar de origen o condición. Un ejemplo clásico es que los niños abandonados iban a parar a la "Casa de Niños Expósitos", de donde tomaban el apellido "Expósito".
Por lo cual, si Francisco era un niño de la calle que rondaba el puerto, no sería extraño que fuera llamado "Francisco del Puerto".
De todas maneras, este Francisquito fue el que le sopló al oído a Sebastián Gaboto sobre la existencia de la "Ciudad de los Césares", un mítico lugar lleno de riquezas.
Esto hizo que Gaboto abandonara la misión que originalmente tenía y se dedicara a buscar la ciudad, remontando el Río de la Plata y el Paraná.
No la encontró, pero de regreso a España le contó al Rey (tal vez para excusarse de su desobediencia) de la existencia de la "Ciudad de los Césares", lo que motivó a la corona de España a colonizar al actual territorio argentino.
Buchón !

Buscado

Siempre me ha sorprendido encontrar estos carteles en los bancos. En primer lugar, la mayoría parecen haber sido dibujados a carbonilla por la mano de artistas como Rachmaninov, o Bizet.
En segundo lugar, es llamativo el lugar donde se ubican: en la caja, PERO DEL LADO DEL PUBLICO. O sea que el cajero, -en definitiva, destinatario del interés del caco- puede tenerlo al frente y ni darse cuenta de que es un ladrón; salvo tal vez por el hecho de la pistola y la bolsa con el signo $.
Para el público tampoco es de mucha ayuda: los que están en la cola antes de que ingrese el ladrón, no lo ven porque se ubica a sus espaldas. Y los que entran después, sólo le ven la nuca. Ah, ah, esto nos da una excelente idea, que puede hacerle dar un giro de 180º a los carteles de "Buscado". Que tal este?
Por otra parte, supongamos que un despistado depositante se da vuelta, y reconoce al malviviente. ¿Esperamos que sea él quien lo atrape?
¿Que comience a los gritos, para ser declarado el rehén más pelotudo del año?
¿Que le haga caritas, guiños y muecas al cajero? El cual deberá interpretarlas como "la persona que se encuentra detrás mío, es un conocido ladrón, que aparece en los carteles de Buscado, y está a punto de cometer otra fechoría justo en esta Caja. Por favor apriete la alarma silenciosa". Si, claro, justamente a un cajero de banco, pretender que nos mire a la cara, cuando su ángulo de visión jamás se eleva más allá de los 36º de la vertical.
Bueno, esto es todo lo que puedo aportar según mi experiencia personal. Los dejo, porque ando desocupado, y para entretenerme, voy a coser un signo $ en una bolsa.